No cabe duda de que, en los últimos años, se ha avanzado considerablemente en materia de sensibilización, y que cada vez son más las empresas que apuestan por el talento de las personas con discapacidad. Sin embargo, su tasa de actividad (y esa es la otra cara de la moneda) es aún exigua, del 34 %. Algo similar sucede en los CEEs: “Según el SEPE, tres de cada cuatro contratos para personas con discapacidad se firman a través de un CEE (…), pero solo un 17 % de las personas con discapacidad intelectual tiene empleo”, sostiene Luis Cruz, director general de Integra CEE.

Pero ¿cuáles son esos desafíos que obstaculizan la inclusión laboral de las personas con discapacidad? Para Mesonero, es necesario abordar dos necesidades: la educativa y la cultural. “La primera porque, históricamente, las personas con discapacidad han sufrido un fracaso escolar a medida que avanzaban en sus estudios; eso porque el sistema educativo no está ni adaptado ni normalizado para acoger a alumnos con diferentes discapacidades”, si bien admite que esta realidad ha ido poco a poco corrigiéndose.

Por otro lado, los factores culturales siguen muy arraigados en el imaginario social. Aspectos entre los que se encuentran el desconocimiento, la indiferencia, los prejuicios, la sobre protección y la discriminación, según señalan desde la Fundación Adecco: